
El monte se fundió con un color rojo dorado
mientras descendía el sol desde el horizonte,
ensimismados, entre los árboles mirábamos retazos
que provenían de la luz que iba cayendo en la tarde.
Nuestras pupilas eran fuego empecinadas en el viento
que era un fantasma dibujando los aromas del silencio,
ya no había interrogante ni preguntas sin respuesta,
todo era ya resuelto por la gran naturaleza
que palpita como un alma, que no muestra su espada,
sólo entrega, sólo fluye, sólo da a a cambio de nada.
Quizás en un día lejano presenciemos su lenguaje,
entendamos el mensaje para así ver el mañana,
y en la noche sin los parias derribemos esos muros
que nos venden la utopía del presente y el futuro.
1 comentario:
escuchar la voz del viento...
besos*
Publicar un comentario