
Divisa la avenida, quizás ya se pasean
las claras celestinas con todas sus diademas,
se toman las esquinas, sus manos difamadas,
entregan asuzenas que nadie simboliza
a amor ni a melodía, el cándido reflejo se marcha,
no hipnotiza su magia, no ilumina...
Divisa en dirección al arte de sus vidas,
inerte ya es el corazón que pide sin salida,
la tenue ilusión, el mágico esplendor del cielo
que es un arco incierto de cenizas
y el giro de esa rueda te busca
para hacer sonar la voz de sus miserias y sus ruinas.
Divisa la asesina mirada de cristina, sus ojos son el fuego,
sus labios cicatrizan, estúpido encontrar cariño,
sobriedad en cada forma de sus pasos, en su fuerte andar
y sigue su marea de vestido y cartera de nácar
sus tacones dan sonidos de metralla.
Esta es la tonada de la soledad, eres diosa de la calle en libertad,
divina, prodigiosa sin nadie, sin corona y que espera entre las rosas
un instante de esplendor, donde nadie te conozca como ahora:
entre penumbras, en la bruma peligrosa...